En 1995, hablar de Internet en España era hablar de una tecnología emergente, desconocida para la mayoría, y reservada a universidades, organismos públicos, grandes empresas y a una incipiente comunidad de pioneros informáticos. Aquel año marcó un punto de inflexión: por primera vez se vislumbraba que la red de redes podía convertirse en una herramienta de comunicación y conocimiento al alcance de todos.
Conexiones lentas, caras y muy limitadas
La mayoría de los accesos a Internet en 1995 se realizaban a través de módems analógicos de 14.400 o 28.800 bps conectados a la red telefónica básica. Conectarse implicaba marcar un número de acceso (generalmente facilitado por algún nodo universitario o proveedor) y, en muchos casos, pagar el coste de una llamada interurbana.
El servicio de tarifa plana no existía aún. Cada minuto de conexión se cobraba como si fuera una llamada telefónica, lo que hacía que navegar fuera una actividad limitada a momentos muy concretos y a usuarios con perfil técnico o profesional.
RedIRIS y las universidades: los verdaderos pioneros
Durante la primera mitad de los años noventa, la principal infraestructura de acceso a Internet en España fue RedIRIS, una red académica creada en 1988 para conectar universidades y centros de investigación. RedIRIS no solo permitía acceder a recursos internacionales, sino que también ofrecía servicios básicos como correo electrónico, FTP o listas de distribución.
Desde instituciones como la Universidad Politécnica de Madrid, la Universitat Politècnica de Catalunya o la Universidad de Zaragoza, surgieron los primeros nodos de acceso a Internet. Algunos profesores y estudiantes comenzaron a usar el correo electrónico, el sistema Gopher, Telnet y FTP para acceder a información científica o contactar con colegas en el extranjero.
Telefónica y InfoVía: el intento de democratizar el acceso
En 1995, Telefónica lanzó InfoVía, una red privada nacional que permitía conectarse a través de nodos locales sin tener que pagar llamadas interurbanas. Aunque no era Internet propiamente dicha, permitía el acceso a servicios en línea de empresas y administraciones, y servía como pasarela para llegar a la red global mediante acuerdos con proveedores.
Ese mismo año, Telefónica también impulsó TeleLínea, un servicio experimental que ofrecía acceso a Internet con una tarifa mensual de unas 5.000 pesetas, aunque su disponibilidad era limitada y solo para usuarios en Madrid.
Nacen los primeros proveedores de acceso (ISPs)
En 1995 comienzan a aparecer en España los primeros proveedores de servicios de Internet (ISP) dirigidos al público general. Uno de los pioneros fue Servicom, que ofrecía acceso mediante módem a 9.600 bps y, más adelante, a 14.400 y 28.800 bps. También nacieron Goya Servicios Telemáticos, Arrakis, CTV (Comunitel), y más adelante Ciberteka.
Estos ISP ofrecían cuentas de correo electrónico, espacio para páginas personales, acceso a servicios como IRC y navegación mediante Netscape o Mosaic. El proceso de instalación no era sencillo: requería configurar manualmente el módem, introducir direcciones IP, DNS y parámetros PPP o SLIP. La ayuda telefónica y los manuales impresos eran esenciales para quienes se atrevían a intentarlo.
Las primeras webs en español
En 1995, la World Wide Web apenas estaba despegando. A nivel internacional, el navegador Netscape Navigator se consolidaba como el estándar de facto, y la cantidad de sitios web aún se contaba por decenas de miles. En España, algunas universidades ya tenían sus páginas institucionales en HTML rudimentario, y surgían los primeros portales informativos y personales.
Una de las primeras páginas en español fue La Página de Pepe Cervera, un pionero del ciberperiodismo que más tarde impulsaría iniciativas como Baquía. También destacaba el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, que ofrecía recursos e información en línea.
Las webs eran estáticas, sin imágenes o con imágenes muy básicas, y cargaban lentamente. No existían buscadores como Google (que no se fundaría hasta 1998), sino directores como Yahoo!, Excite o el primer Altavista, que apenas comenzaban a organizar el contenido digital.
Correo electrónico, foros y listas de distribución
El correo electrónico era el servicio estrella de Internet. Programas como Eudora o Pine eran los más utilizados, y el acceso al correo se hacía mediante protocolos como POP o directamente a través de Telnet. Las listas de distribución (listas de correo) y los newsgroups de Usenet eran las principales formas de interactuar con otras personas: debates sobre software, ciencia, política o cultura circulaban por estos canales, mucho antes de las redes sociales.
En España, foros como ES.REC.FOTOGRAFIA o ES.SOC.CULTURA.ESPAÑA eran frecuentados por usuarios interesados en compartir experiencias, opiniones o ayuda técnica.
Software libre, Linux y las comunidades underground
1995 fue también el año del despegue del software libre en España. La comunidad en torno a Linux empezaba a organizarse en grupos de usuarios (LUGs) y listas de correo. Distribuciones como Slackware o Debian eran descargadas por FTP desde servidores universitarios, y configurarlas requería amplios conocimientos técnicos.
Al mismo tiempo, proliferaban las comunidades underground de “hacker” ético, programación en C y herramientas de seguridad, muchas veces alojadas en webs personales o foros especializados. Era una época donde el conocimiento se compartía con pasión y altruismo.
Internet en cifras (España, 1995)
- Usuarios estimados de Internet: entre 40.000 y 60.000.
- Proveedores de acceso: una decena en todo el país.
- Velocidad habitual: 14.400 – 28.800 bps.
- Navegadores más usados: Netscape Navigator, Mosaic.
- Servicios más populares: correo electrónico, FTP, Gopher, IRC, Usenet.
- Webs en español: aún muy pocas, sobre todo académicas y personales.
Una red en pañales, pero con grandes sueños
Internet en España en 1995 era aún una red incipiente, técnica, minoritaria y elitista, pero con un potencial que empezaba a vislumbrarse. Las primeras páginas, los primeros chats, los primeros foros y las primeras conexiones marcaron a toda una generación de pioneros digitales.
Lo que entonces era un experimento académico o un hobby reservado a informáticos y entusiastas, se transformaría en pocos años en un fenómeno de masas que cambiaría la forma de trabajar, de comunicarse y de vivir. En ese 1995, la revolución digital acababa de comenzar.