En la actualidad, el debate sobre la efectividad de la inteligencia artificial (IA) está más vivo que nunca, especialmente en el contexto empresarial. Recientemente, un estudio ha revelado una estadística alarmante: el 95% de los pilotos de IA fracasan. Aunque el porcentaje exacto puede ser discutible, el hecho es que una gran mayoría de los proyectos de IA no logran los resultados esperados.
Cuando se interroga a los líderes empresariales sobre esta cifra, muchos asienten. Sin embargo, al preguntar a quienes están a cargo de las iniciativas de IA acerca del desempeño de sus propios proyectos, la respuesta suele ser un incómodo silencio. Esto indica una desconexión que merece ser analizada.
Entre las principales razones que explican el colapso de los proyectos de IA se destacan la falta de comprensión de los datos, la resistencia al cambio por parte de los empleados y la proliferación de «reinos de IA» dentro de las organizaciones. A medida que las empresas buscan implementar soluciones de IA, a menudo olvidan que la tecnología necesita integrarse de manera fluida con el resto de sus sistemas. Muchos de estos esfuerzos terminan quedando en ensayos desconectados que no escalan.
La mayoría de las soluciones de IA carecen de conectores adecuados para acceder a la totalidad del corpus de datos de la empresa. Así, los equipos pueden encontrar que el sistema de IA no proporciona respuestas útiles en momentos críticos. La organización debe centrarse en conectar todos sus datos para que la IA pueda funcionar de forma efectiva.
Asimismo, la resistencia de los empleados al cambio también es un factor determinante. Las implantaciones de IA a menudo llevan consigo preocupaciones sobre la sustitución de empleo, lo que puede provocar un ambiente de desconfianza y rechazo. En lugar de implementar la tecnología de manera abrupta, es imprescindible abordar problemas reales que los trabajadores enfrentan diariamente.
Por otra parte, la creación de pequeños proyectos de IA en cada departamento sin un enfoque coherente amenaza con generar más confusión que progreso. Muchos departamentos están desarrollando sus propias soluciones a medida, lo que complica la sinergia necesaria para transformar realmente una organización.
La clave para superar estos obstáculos radica en construir una base sólida para la IA que integre los datos de manera coherente y que permita a los empleados centrarse en tareas que realmente añadan valor. Un ejemplo positivo es el de Deutsche Telekom, que ha implementado su asistente de IA «AskT», logrando eficientizar notablemente procesos en atención al cliente y, a su vez, mejorar la experiencia del usuario.
La verdadera transformación no solo depende de contar con la tecnología más avanzada o con un gran presupuesto, sino de conectar la IA con el contexto completo de los datos, empoderar a los empleados resolviendo problemas reales y crear una plataforma escalable y segura. Con un enfoque así, las empresas pueden aspirar a estar en el reducido porcentaje de proyectos de IA que no solo sobreviven, sino que realmente transforman la manera en que operan.