El mercado laboral está en un estado de transformación constante, y un estudio reciente indica que un 59% de los empleados necesitarán renovar o mejorar sus competencias durante los próximos cinco años. Este hallazgo pone de relieve la crucial importancia de la formación continua y el ‘upskilling’, un proceso que permite adquirir nuevas habilidades dentro del mismo puesto laboral, en una época marcada por la aceleración tecnológica y la ineludible digitalización.
Expertos del World Economic Forum señalan que un 70% de los profesionales creen que sus perfiles podrían quedar obsoletos si no actualizan sus habilidades en este periodo. Este desafío trasciende los sectores tecnológicos y afecta a áreas como la gestión, la comunicación y la capacidad de adaptarse a nuevas metodologías laborales.
Para enfrentar esta realidad, las organizaciones están llamadas a invertir de manera estratégica en la formación de sus empleados. Es vital identificar qué habilidades y equipos requieren desarrollo prioritario, alineando así los planes de talento con los objetivos corporativos. Herramientas como Steelter emergen como aliadas en la evaluación de habilidades blandas, permitiendo detectar brechas y dar seguimiento al progreso de los empleados.
Dentro de las competencias blandas, el pensamiento analítico sobresale como el más demandado. Hacia 2026, se espera que el 70% de las empresas lo considere esencial, dada su utilidad para resolver problemas complejos y adaptarse a situaciones inciertas. Otras habilidades como la resiliencia, flexibilidad, agilidad, liderazgo e influencia social son igualmente cruciales para la transformación organizacional.
Los beneficios de promover la formación interna son evidentes para ambos lados del espectro laboral. Para las organizaciones, fomentar el desarrollo de habilidades representa una probabilidad del 40% más de retener a empleados clave. El 90% de las empresas reconoce la formación como vital para su competitividad en el mercado. Para los trabajadores, el aprendizaje continuo no solo incrementa su empleabilidad, sino que también amplía sus oportunidades de crecimiento y satisfacción laboral.
La tecnología ha asumido un rol protagónico en la gestión del talento. Plataformas de evaluación y análisis permiten diseñar planes de capacitación más precisos, ajustados a las necesidades de cada equipo. Asimismo, la autoevaluación facilita el seguimiento del progreso, ofreciendo métricas claras sobre el impacto de los planes de desarrollo.
José Luis Marcó, fundador y presidente no ejecutivo de Steelter, subraya que «el desafío no es solo ofrecer cursos o talleres, sino comprender qué habilidades son necesarias y cómo estas evolucionan con el tiempo». En un panorama laboral donde el cambio es la única constante, contar con datos precisos se convierte en un elemento fundamental para la toma de decisiones.