Acompañar a un adolescente en Internet no siempre exige saber más de tecnología, sino entender mejor qué está buscando al otro lado de la pantalla: pertenencia, conversación, identidad, entretenimiento y, cada vez más, una forma de estar en el mundo. Con esa idea como punto de partida, Meta ha celebrado en España el encuentro “Rumbo Compartido: A acompañar también se aprende”, una cita concebida para ofrecer a madres y padres pautas prácticas con las que mejorar el diálogo y la convivencia digital en casa.
La jornada, conducida por la presentadora Inma Sáenz, reunió a especialistas en educación digital, crianza positiva y bienestar emocional, en un momento en el que el móvil y las redes sociales forman parte del día a día adolescente con la misma naturalidad con la que antes lo eran la plaza, el patio o el parque. El objetivo: aterrizar recomendaciones realistas y aplicables, lejos de discursos basados únicamente en el miedo o en la prohibición.
La directora general de Meta para España y Portugal, Irene Cano, resumió el enfoque con una frase que ha resonado en el evento: la presencia familiar es necesaria, pero debe evitar convertirse en vigilancia invasiva. Ese equilibrio —estar, sin invadir; apoyar, sin juzgar— se presentó como uno de los grandes retos de la crianza en tiempos de hiperconexión, donde la brecha generacional no se mide solo en años, sino en hábitos, códigos y lenguajes digitales.
La adolescencia online: identidad, presión social y necesidad de conversación
Durante el encuentro se abordaron cuestiones habituales en el día a día de las familias: la presión social, el impacto emocional de la comparación constante, la gestión de la privacidad, los límites de tiempo y la dificultad de imponer normas sin romper puentes. Una de las ideas recurrentes fue que, para muchos adolescentes, Internet no es un “lugar aparte”, sino un espacio social y emocional donde se relacionan, exploran intereses y se expresan.
En esa línea, la especialista Laura Cuesta defendió la necesidad de compartir también momentos “con tecnología” para que los adultos puedan ejercer de referentes en el uso cotidiano, del mismo modo que se educa con el ejemplo en otros ámbitos. Por su parte, Diana Al Azem insistió en que la adolescencia no ha cambiado tanto como parece: cambian los formatos y los canales, pero siguen ahí las mismas preguntas, inseguridades y búsquedas personales.
En paralelo, Isabel Cuesta y María Zabala pusieron el foco en un mensaje tranquilizador para muchos padres: no hace falta ser experto para acompañar. La clave está en la presencia, la escucha activa, el establecimiento de pautas claras y el refuerzo de la confianza. Zabala, además, alertó del riesgo de la desinformación: cuando falta cultura digital y rigor, es fácil caer en lecturas simplistas que convierten cualquier uso tecnológico en algo inevitablemente negativo, y eso puede paralizar a las familias.
Las 10 claves: del “interés genuino” a aprender a bloquear y denunciar
Meta y las ponentes recopilaron 10 recomendaciones pensadas para el día a día familiar, con un enfoque práctico y sin dramatismos. Entre ellas destacan:
- Interesarse por sus gustos y su actividad digital para comprender el entorno en el que se mueven.
- Usar contenidos de Internet para reflexionar juntos, evitando mensajes basados solo en el miedo.
- Practicar cómo bloquear o denunciar, y aprender a salir de conversaciones incómodas sin culpa.
- Aprovechar controles parentales como protección, explicando la diferencia entre conocidos y desconocidos.
- Evitar el “oversharing” y tratar la privacidad como parte de la seguridad y el bienestar.
- Fomentar un uso crítico y no impulsivo, aprendiendo a contrastar información.
- Educar sobre tecnología como parte del crecimiento, entendiendo que pocos riesgos son exclusivamente digitales.
- Dar ejemplo con un uso responsable, favoreciendo autoestima y momentos sin pantallas.
- Mantener comunicación abierta e involucrarles en decisiones, adaptando normas a su madurez.
- Evitar soluciones simplistas, apostando por un acompañamiento sereno, informado y realista.
El enfoque común es claro: menos sermón y más conversación; menos control indiscriminado y más educación en hábitos, límites y criterio propio.
Cuentas de Adolescente y el debate de fondo: seguridad, edad y verificación
El encuentro sirvió también para reforzar el mensaje corporativo de Meta sobre seguridad juvenil. La compañía recordó que en 2024 presentó su mayor actualización en esta materia con las Cuentas de Adolescente, que se activan automáticamente y añaden protecciones por defecto. Entre las medidas: privacidad más restrictiva, límites en mensajes, control sobre menciones y etiquetados, recordatorios de descanso tras 60 minutos de uso y un “modo sueño” entre las 22:00 h y las 7:00 h. Además, los menores de 16 años necesitan permiso parental para relajar ajustes.
Meta añadió un dato para dimensionar el problema: los adolescentes usan de media 40 aplicaciones diferentes a la semana, lo que hace que la protección no dependa de una sola plataforma. Por eso, la empresa dijo apoyar la creación de una “mayoría de edad digital” común en la Unión Europea, con un sistema de verificación de edad más uniforme (por ejemplo, a nivel de sistema operativo o tienda de apps) que facilite a los padres autorizar el acceso de forma coherente.
En paralelo, este tipo de anuncios se produce en un contexto de escrutinio público permanente. Medios internacionales han recogido tanto el alcance de las medidas como las dudas de algunos defensores de la seguridad infantil, que piden más transparencia y eficacia real en la aplicación de estas protecciones. La tensión, en el fondo, es la misma: cómo equilibrar autonomía adolescente, seguridad y responsabilidad de plataformas y familias, sin convertir el acompañamiento en un conflicto diario en casa.
Preguntas frecuentes
¿Cómo puedo acompañar a mi hijo adolescente en redes sociales sin invadir su privacidad?
La clave suele estar en pactar normas claras, interesarse por sus hábitos y hablar de riesgos y límites sin convertir cada conversación en un interrogatorio.
¿Qué son las Cuentas de Adolescente de Instagram y qué protecciones incluyen por defecto?
Son cuentas con ajustes automáticos más restrictivos para menores, con límites de mensajes, privacidad reforzada, control de contenido sensible y recordatorios de descanso, entre otras medidas.
¿Cómo enseñar a un adolescente a bloquear y denunciar en Instagram sin generar miedo?
Funciona mejor practicarlo juntos como una habilidad práctica (igual que aprender a pedir ayuda), explicando que salir de una conversación incómoda es una medida de autocuidado.
¿Qué controles parentales son más útiles para adolescentes: límites de tiempo, horarios o supervisión de contactos?
Depende de la madurez y del contexto. Suele ser más eficaz combinar horarios y límites con conversaciones regulares sobre con quién hablan y qué tipo de contenido consumen.
vía: Meta