Madrid. Brave, el navegador centrado en la privacidad fundado por Brendan Eich, ha rebasado a 30 de septiembre la barrera de los 100 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo (MAU). La cifra oficial asciende a 101 millones, con 42 millones de usuarios activos diarios (DAU) y una relación DAU/MAU de 0,42, un indicador de alto uso recurrente para un producto de consumo que compite con gigantes preinstalados. El hito llega acompañado de otro dato relevante: Brave Search —el buscador con índice propio e independiente— alcanza ya un ritmo cercano a 20.000 millones de consultas anuales, con 1.600 millones de búsquedas al mes y más de 50 millones diarias. En paralelo, el producto de búsqueda sirve más de 15 millones de respuestas generadas con IA cada día, y estrena Ask Brave, una experiencia de chat nativo que fusiona resultados, conversación y seguimiento en pantalla completa.
La compañía enmarca esta tracción en dos vectores: una adopción sostenida del navegador —promediando 2,5 millones de nuevos usuarios netos al mes en los dos últimos años— y la consolidación de un ecosistema de privacidad por defecto que reduce la dependencia de extensiones y servicios de terceros. Ese enfoque, recalcan, no es una moda táctica, sino el principio que explica por qué usuarios de escritorio y móvil buscan alternativas a los navegadores dominantes.
Un crecimiento con viento regulatorio en la espalda… y con elección real
Brave admite que la conciencia global de que existe “una alternativa a Big Tech” ha empujado las descargas, pero añade un matiz significativo: cuando hay paneles de elección, los usuarios ejercen su derecho a cambiar. En iOS dentro de la UE, las instalaciones diarias del navegador aumentaron un 50 % tras el panel de elección de navegadores incorporado con el DMA y la versión iOS 17.4 de 2024. Ese dato respalda una tesis largamente defendida por la industria: la preinstalación marca trayectoria, pero la competencia se activa cuando la elección está a un toque, o cuando las barreras de sustitución se rebajan.

Brave Search: índice propio, uso creciente… y respuestas con IA integradas
Brave subraya que su buscador se apoya en un índice del Web propio, lo que lo convierte —según remarca la compañía— en uno de los tres únicos buscadores verdaderamente independientes en Occidente y el único fuera del paraguas de los grandes actores. Esa independencia técnica (no delegar relevancia y resultados en Bing, por ejemplo) está detrás de la cifra de 20.000 millones de consultas anualizadas y de la aparición de funcionalidades de IA directamente dentro de la experiencia de búsqueda: “AI Answers”, que ofrece respuestas sintetizadas en la parte superior de la página, y Ask Brave, el chat que permite seguir preguntando sin cambiar de aplicación ni de contexto.
El uso de Brave Search no se limita a quienes navegan con Brave: alrededor de un 8 % de las búsquedas diarias llegan desde otros navegadores (con Chrome como el más destacado), un indicio de que el buscador empieza a capturar consultas por calidad o por privacidad percibida, independientemente del navegador que se tenga abierto.
Un “super-app” de privacidad: menos extensiones, más controles de serie
La tesis fundacional de Brave es que el usuario puede ser tan privado como lo sean sus herramientas. Por eso, el proyecto ha convertido el navegador en una “super-app” de privacidad. Brave Shields —activado por defecto en cada página— bloquea publicidad y rastreadores, cookies de terceros, huellas digitales del navegador (fingerprinting) y otras técnicas de seguimiento. Se pueden ajustar las reglas por sitio, pero el planteamiento de partida es proteger sin pedir permiso. Otros refuerzos que operan en segundo plano —reducción de llamadas a servidores, particionado de almacenamiento, Global Privacy Control (GPC) habilitado, prevención del “bounce tracking”, entre otros— completan el armazón técnico.
En el plano de servicios, la compañía ha desplegado alternativas “private-by-default” para necesidades habituales:
- Brave Search no perfila usuarios.
- Brave Leo, el asistente de IA integrado en el navegador, no requiere cuentas, no conserva el historial en servidores y no utiliza las conversaciones para entrenar modelos.
- Brave VPN permite ocultar IP y ubicación incluso fuera del navegador, en aplicaciones del sistema.
- Brave Wallet añade soporte a transacciones “shielded” de Zcash, además de funciones multired para tokens, NFT y divisas, sin depender de extensiones de terceros.
La idea, insisten, es disminuir la superficie de ataque (menos complementos instalados) y aumentar controles explícitos que el usuario pueda comprender sin doctorado en seguridad.
IA con contexto del navegador (y sin cuenta): Leo y la siguiente fase “agéntica”
Brave Leo se presenta como un compañero nativo dentro del navegador, capaz de entender contexto en pestañas, PDFs, imágenes, vídeos y documentos, y de acceder a información en tiempo real para investigar, resumir, analizar o crear sin alternar entre apps. El usuario puede elegir modelos (Claude, DeepSeek, Llama, Qwen, entre otros) o conectar su propio modelo local o remoto para maximizar control y privacidad. No hace falta registrarse, y las conversaciones quedan en el dispositivo.
Brave anticipa ya la siguiente fase: experiencias “agénticas” en las que Leo pueda realizar acciones (redactar y enviar, gestionar reservas o pagos, responder tareas repetitivas). La propuesta diferencia un elemento sensible: el agente se ejecutará en un perfil de navegador especializado y aislado, sin acceso a otras pestañas que contengan información confidencial, y con autorizaciones explícitas del usuario antes de cada acción.
Un negocio que se sostiene: publicidad con privacidad, API de búsqueda y servicios premium
Brave asegura que la adopción por parte de usuarios convive con un negocio en maduración:
- Brave Ads. El programa publicitario “privacy-respecting” funciona con grandes marcas (Amazon, Ford, Intuit, eBay, Wayfair, entre otras) y se apoya en unidades de anuncio nativas que aparecen en la interfaz del navegador o en la página de resultados del buscador. El argumento es doble: alcance incremental a públicos “inaccesibles” en canales tradicionales (usuarios que bloquean rastreo) y seguridad de marca (evitar choques no deseados), sin comprometer la privacidad del usuario.
- Brave Search API. El índice independiente alimenta, además, una API para aplicaciones de búsqueda o de IA (agentes, chatbots, asistentes de código, buscadores con RAG). Proporciona datos en tiempo real para reducir alucinaciones y destaca por su rendimiento en canalizaciones de recuperación aumentada. La API ofrece un nivel gratuito de hasta 2.000 consultas al mes y planes de pago con precios transparentes desde 5 $ CPM. Según Brave, ya actúa como fuente única de datos en tiempo real para algunos de los mayores LLM actuales.
- Brave Premium. La colección de servicios mejorados incluye Leo Premium (más modelos y límites superiores), Brave Talk Premium (controles avanzados, grabaciones) y Brave Search Premium (búsqueda sin anuncios). El VPN —el más usado, afirma la empresa— atiende a casi 100.000 suscriptores, con hasta 10 dispositivos por cuenta en escritorio, iOS y Android.
- Web3 integrado. Brave Wallet —cartera multired sin extensiones— y Brave Rewards —publicidad opt-in con reparto de ingresos en BAT (Basic Attention Token)— mantienen su hueco. Con más del 99 % de los 1.500 millones de BAT en circulación, el token figura entre los más distribuidos por titulares on-chain en Ethereum, y Brave reivindica haber sido la primera aplicación cripto en superar el millón de usuarios.
Cómo cuenta Brave sin “ver” a las personas: telemetría en agregado y código abierto
La compañía dedica un apartado a explicar su metodología de métricas. Para descargas diarias, Brave solo contabiliza cuántas veces se descargó y desde qué plataforma (escritorio, iOS, Android), sin identificar al individuo o al dispositivo. Para MAU/DAU, utiliza un “daily usage ping”: un ping una vez al día que informa de que el navegador se abrió en un dispositivo y fecha de instalación, suficiente para deduplicar y estimar retención, pero sin asociar el dato a una persona. En Search, Brave computa cuántas consultas se realizan sin registrar quién las hace, el texto o los resultados. Para saber qué funciones se usan, emplea Privacy Preserving Product Analytics (P3A), un mecanismo de código abierto que, insiste, no recoge datos personales y puede auditar cualquiera.
El mensaje que acompaña a los 100 millones es coherente con esta práctica: “privacidad por diseño” es la estrategia para su próxima ola de crecimiento. O dicho con palabras de su fundador, Brendan Eich: alcanzar la cifra no es solo un hito de uso, sino una “corriente” que exige control y respeto para el usuario frente al rastreo y abuso de los grandes monopolios tecnológicos.
Un mapa de prioridades: velocidad, elección e IA explicable
La promesa de Brave descansa sobre tres ejes que resumen el porqué de su adopción:
- Velocidad. La compañía afirma que el navegador es hasta 3 veces más rápido que la competencia gracias al bloqueo de rastreo y anuncios por defecto, con menos llamadas a red y menos JavaScript de terceros ejecutándose en cada página.
- Elección. La interoperabilidad (buscador propio, VPN, Wallet, Talk) y los paneles de elección en plataformas como iOS quitan fricciones a la sustitución del navegador por defecto; cuando el cambio es fácil, el usuario lo prueba… y se queda si percibe valor.
- IA explicable y privada. Al integrar respuestas y chat en el buscador y en el navegador, y al permitir elegir modelos o conectar uno propio, Brave alinea la utilidad de la IA con el control y el aislamiento que mitiga riesgos (permisos explícitos, perfiles dedicados, no entrenamiento con chats).
Qué significa superar los 100 millones (y qué queda por probar)
En términos de adopción, 101 millones de MAU sitúan a Brave en la primera línea de navegadores alternativos con masa crítica global. En términos de engagement, un DAU/MAU del 0,42 es un ratio saludable: casi 4 de cada 10 usuarios activos mensuales lo usan cada día. Y en términos de producto, el despliegue de IA y búsqueda independiente —junto a una API ya integrada en asistentes de tercera parte— sugiere que Brave puede monetizar sin renunciar a su promesa de privacidad.
El reto, como para cualquier actor no preinstalado, será mantener el ritmo cuando los efectos del DMA se estabilicen; sostener calidad y cobertura en el índice de búsqueda frente a rivales con décadas de ventaja; y demostrar que la publicidad sin rastreo mantiene tracción y ROI para marcas grandes y medianas.
Por ahora, la historia la cuentan los usuarios: 2,5 millones de altas netas al mes, 101 millones alcanzados, 42 millones diarios y un buscador que ya responde con IA a decenas de millones de preguntas cada día.
Preguntas frecuentes
¿Qué es Brave Search y por qué es relevante que tenga índice propio?
Brave Search es el buscador de Brave con índice independiente del Web. No depende de proveedores como Bing para los resultados, algo que lo sitúa —según la compañía— entre los tres únicos motores independientes en Occidente. Esto permite controlar relevancia y frescura y habilitar una API que alimenta aplicaciones de IA, con datos en tiempo real para reducir alucinaciones en RAG.
¿Cómo protege Brave mi privacidad sin cuentas ni perfiles?
El navegador trae Shields por defecto (bloqueo de anuncios y rastreadores, cookies de terceros, anti-huella), activa GPC, particiona almacenamiento y aplica prevención de “bounce tracking”. Brave Leo —el asistente de IA— no requiere cuenta, no guarda los chats en servidores y no los usa para entrenar modelos. Brave Search no perfila usuarios.
¿Puedo usar Brave Search en otros navegadores o integrarlo en mis apps?
Sí. Aproximadamente un 8 % de las búsquedas diarias de Brave Search llegan desde otros navegadores (como Chrome). Además, la Brave Search API permite integrarlo en agentes, chatbots y asistentes de código, con un plan gratuito de 2.000 consultas/mes y planes de pago transparentes.
¿Qué diferencia a Brave Ads de la publicidad tradicional en la Web?
Brave Ads ofrece formatos nativos en navegador y página de resultados, con segmentación sin rastreo y seguridad de marca. Es un modelo opt-in para el usuario (en Rewards) y una vía para llegar a audiencias que bloquean la publicidad invasiva, manteniendo la privacidad por diseño.