¿Tu hijo cree en retos virales peligrosos o en historias que no tienen base real? No está solo. Hoy, niños y adolescentes crecen en un entorno donde los rumores, los bulos y las leyendas urbanas se viralizan a velocidad de vértigo, y la inteligencia artificial lo complica aún más. En redes como TikTok o Instagram, lo falso no solo se mueve rápido: a veces suena más creíble que la verdad.
Según ESET Research, reconocer la desinformación ya no es una habilidad extra, sino una necesidad urgente para familias y educadores. Los contenidos manipulados, alarmistas o simplemente falsos están a un clic, y saber identificarlos puede marcar la diferencia entre caer en un engaño viral… o frenarlo a tiempo.
¿Qué tipo de mentiras están viendo los jóvenes?
Hay varios tipos de desinformación digital, y cada una actúa de forma distinta:
- Rumores: comienzan sin mala intención, pero se extienden rápido. Como los avisos sobre caramelos peligrosos en Halloween o supuestos criminales disfrazados.
- Bulos (hoaxes): diseñados para engañar y manipular. Promociones falsas, sorteos imposibles o noticias alarmistas que parecen reales, pero no lo son.
- Leyendas urbanas: historias raras o inquietantes que “alguien escuchó” y que sobreviven durante años. Hoy, se adaptan a formatos virales y generan impacto sin necesidad de pruebas.
La diferencia con el pasado es la velocidad. Antes, estas historias se contaban en persona. Hoy, una imagen bien editada o un vídeo emotivo puede llegar a millones en cuestión de horas. Y muchas veces, ni siquiera es contenido creado por humanos, sino por herramientas de IA que generan noticias falsas, imágenes realistas o vídeos deepfake en segundos.
¿Qué pueden hacer las familias?
ESET propone un enfoque sencillo: hablar del tema y enseñar pensamiento crítico. Algunas ideas prácticas:
- Crear juntos una noticia falsa (de forma didáctica): mostrar lo fácil que es fabricar algo que parece creíble ayuda a desarrollar el sentido crítico.
- Revisar fuentes y evitar compartir sin verificar: si algo parece exagerado, sospechoso o “demasiado impactante”, probablemente lo sea.
- Observar señales de alerta: textos en mayúsculas, errores de ortografía, lenguaje muy dramático o frases como “¡compártelo ya!” son pistas habituales de contenido manipulado.
Retos virales peligrosos: más comunes de lo que crees
Aunque algunos de estos casos parecen broma, han tenido consecuencias reales:
- Blue Whale Challenge: un supuesto “juego” que empujaba a los adolescentes al suicidio. Aunque nunca se demostró su existencia, provocó alarma mundial.
- Sleepy Chicken: tendencia en TikTok que animaba a cocinar pollo con jarabe para la tos. El resultado podía ser tóxico y peligroso para la salud.
- Reto del desodorante: adolescentes rociándose spray sobre la piel hasta provocarse quemaduras. Muchos terminaron con lesiones graves.
- “National Rape Day” (Día Nacional de la Violación): un bulo repulsivo que se viralizó en varias ocasiones, generando pánico y reforzando narrativas de odio.
Lo más preocupante es que algunas plataformas, como TikTok, no siempre reaccionan a tiempo. En 2024, este último bulo resurgió en Alemania y no fue marcado como falso. Incluso los intentos oficiales por desmentirlo terminaron amplificándolo.
La clave: conversación y criterio
Hoy más que nunca, educar a los menores sobre lo que ven en sus pantallas es tan importante como controlar el tiempo de uso. No se trata de prohibir redes sociales, sino de acompañar, explicar y construir herramientas juntos para que aprendan a diferenciar el contenido fiable del sensacionalismo.
Una simple pregunta —“¿de dónde sale esto?”— puede ser más poderosa que cualquier filtro. Porque en un mundo donde lo viral puede ser peligroso, el pensamiento crítico es la mejor defensa que tenemos.
vía: Noticias Educación