El confinamiento que estamos sufriendo debido a la pandemia, está afectando a los negocios de ocio, entre ellos el cine. El no poder salir de casa ha hecho que aumente el número de suscripciones a plataformas de contenido, aumentando en más de un 40% estos servicios.
La primera en hacerlo ha sido una de las empresas más afectadas: Disney. La compañía, que ha absorbido diferentes productoras de cine y televisión durante los últimos años, se vio afectada por el retraso del estreno de la película Mulán, una apuesta arriesgada y llena de polémica desde el país de origen de la leyenda, China.
Tras meses de retraso, la compañía decidió implementar un tipo de “compra” en línea de la película que ya se había usado con anterioridad en Estados Unidos. La opción que se da es que además de tener una suscripción a su plataforma de contenidos, dentro de ella podías comprar la película, que posteriormente tras tres meses estaría disponible para todos los usuarios de manera gratuita. Esta decisión no estuvo exenta de numerosas críticas por parte de los usuarios, ya que el precio de venta fue elevado, de casi 30 euros, sin sumarle el pago mensual de suscripción.
Pero más allá de las críticas, Disney abrió camino al resto de plataformas para implementar algo similar en las suyas y poder realizar los estrenos que se harían (o harán según el país y la situación) en las salas de cine. Warner ha sido la principal que ha propuesto la opción de poder ver sus estrenos tanto en las salas como en streaming a través de la plataforma HBO Max.
Con una previsión de un año 2021 aún muy caótico, en la que la vida de ocio le quedará mucho para volver a una actividad continua y sin restricciones, todas las productoras y distribuidoras se plantean esta nueva forma de vender películas. Desde cultture.com nos preguntamos: ¿se convertirá el cine en streaming en el nuevo blockbuster? Está por ver los resultados, así como la adaptación de los propios consumidores a esta nueva forma de gasto para la consumición de películas de estreno. Y es más, ya no solo son las distribuidoras o los espectadores los que cambiarían sus rutinas, la propia forma de hacer cine tendría que cambiar, ya que actualmente las películas de gran presupuesto se graban y producen pensando en que se proyectarán en una gran pantalla con un buen sistema de audio, cosa que no será así si se estrenan en plataformas online en donde los usuarios las ven desde televisiones, hasta pantallas de móvil, tamaños mucho más pequeños de visualización y un sonido muy limitado.